Para este científico belga, el saber que puede poner fin a su vida, sin degradarse ni sufrir en sus últimos momentos, le da paz. Cómo poder hacerlo le da seguridad, y confianza saber que todo está preparado. Y saber todo esto, dice Maurice, le devuelve la alegría de vivir.
Está lejos de la intención del autor, un hombre vital y optimista, el incitar a nadie a quitarse la vida. En el libro insiste que los jóvenes no tiene derecho al suicidio y solo se dirige a los ancianos y enfermos terminales, que deseen una muerte serena, para que la degeneración física o psíquica no sea una fatalidad ineludible.
La falsa moral y las legalidades vigentes están poniendo trabas en algunos países a la edición y difusión de libros como éste. Valga una publicación como ayuda al triunfo del sentido común.
14.5 euros

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