De pronto, grupos de jóvenes exhibían un profundo desprecio hacia la figura del profesor, el policía o sus mayores. Pero sucedían cosas todavía más sorprendentes: ruido de cristales rotos en mitad de la noche, peleas y navajas brillantes rasgando los asientos de los locales que programaban conciertos de rock and roll. El adolescente, como tal, apareció, y con éste, atroces visiones de grupos salvajes armados con motos y modern jazz, frenéticos bailes en la calle o en los pasillos del cine, cabellos cubiertos de grasa, droga como comunicación e introspección, cabezas rapadas, canciones que anunciaban un apocalipsis y colapso total inminentes, camisas rotas mostrando los malditos rostros de Bakunin o Charles Manson. Si James Dean o el desafiante Marlon Brando fueron los símbolos de toda una generación, la subcultura punk resucitó otros monstruos. Jack el Destripador parecía pasear su horrible figura por King's Road... El presente ensayo no deja de ser un borrador que debiera ser convenientemente completado y revisado, en definitiva: ser puesto contra las cuerdas de la dialéctica. Aun así, sus pretensiones son las de lograr «leer lo que nunca fue escrito» (Hofmannsthal) acerca del estilo punk y otras subculturas surgidas tras la Segunda Guerra Mundial, como la teddy boy, rocker, mod o skinhead. Igualmente, se exponen ciertas implicaciones que afectan a lo subcultural, como la estetización de la guerra y el concepto de desecho en el estilo y la moda. Lo más complicado de tales planteamientos -como indagar el espíritu que subyace en las subculturas y el estilo- es, asimismo, analizado desde la perspectiva de lo posmoderno y el fin de la historia. Estas breves palabras, ambiciosas por otro lado, deberían bastar para entender las intenciones de su autor.

14 euros

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